C ó d i g o

3 0 7 0 0
URL copiado: https://codigo30700.com/sabores/el-platano-macho-sabor-y-pasion/

Sabores

El plátano macho: sabor y pasión

Dulce o salado, frío o caliente, acompaña, sostiene, seduce...

Emigró desde Asia, cruzó con los españoles y se sembró en esta tierra hasta volverse parte de nuestra identidad. Hoy lo reclamamos como nuestro.

Al contacto con el fuego y el aceite se transforma en un lingote dorado de placer: riqueza que no adorna sino que estremece. Como buen amante, esta dispuesto siempre, flexible, apasionado, entregado al deseo de quien lo convoca.

No exige demasiado: un poco de tiempo, calor y paciencia. Su piel marchita, arrugada como un susurro íntimo, es la señal precisa de que está listo. Entonces se entrega en rebanadas, en cortes alargados que se hunden en el aceite liviano, ardiente, donde se dora por fuera y se derrama por dentro en una explosión de azúcares, aromas y provocaciones.

Tan sencillo y tan altivo. Puede ser guarnición o acompañante, aunque soberbio, basta con servirlo solo. Su color caribeño invita a probarlo voluptuosamente a mordidas, de consistencia firme y suave; tierno, encantador, seduce los labios y adormece los sentidos.

Se acompaña de ueso fresco y crema, el contraste es un recreo erótico: el blanco que acaricia al dorado, lo neutro que exalta lo voluptuoso, un juego travieso entre lo dulce y lo salado.

El plátano macho frito es un pecado consentido. Noble y generoso, guarda la memoria de la infancia, pero también la chispa de la madurez: ese momento en que los dientes se clavan y la lengua reconoce un sabor que no se olvida. 

Cuando su piel negra anuncia la madurez extrema, todavía se deja tentar en otras formas: hervido con canela y azúcar, se vuelve mojo, pasta oscura y envolvente que recuerda a una caricia húmeda y profunda. En las brasas, arde en su funda natural y al abrirse es un estallido de dulzura, un cuerpo desnudo dispuesto a ser gozado. Y quienes no resisten, lo visten aún con leche condensada o crema de avellana, porque al exceso nadie le pone freno.

Es mágico como todo buen amante: sabe adaptarse al paladar que lo desea. Dulce o salado, frío o caliente, acompaña, sostiene, seduce. Es un mancebo de ébano, amante viril, siempre dispuesto a satisfacer el antojo, siempre a la espera de ser mordido.

Ronay González

más noticias
Nacional

Gobierno va por ingresos de las aduanas

El Gobierno Federal estima que ingresarán 3,496 millones de pesos en 2026 gracias al programa de modernización de los sistemas …...