María Corina Machado, Nobel de la Paz 2025: la voz de la resistencia democrática en Venezuela
Oslo, Noruega. – El Comité Noruego del Nobel anunció este viernes la concesión del Premio Nobel de la Paz 2025 a la líder opositora venezolana María Corina Machado (Caracas, 58 años), en reconocimiento a su “incansable labor en la defensa de los derechos democráticos del pueblo de Venezuela y por su lucha por una transición justa y pacífica de la dictadura a la democracia”.
El anuncio, realizado desde Oslo, sorprendió a gran parte de la comunidad internacional, que vio en esta decisión una declaración política y moral frente al autoritarismo que ha marcado la vida venezolana en los últimos años. La noticia se produce en un contexto donde Machado permanece en la clandestinidad desde agosto de 2024, tras intensificarse la represión del régimen de Nicolás Maduro luego de las elecciones presidenciales del 28 de julio, en las que, pese a estar inhabilitada, apoyó abiertamente la candidatura del diplomático Edmundo González Urrutia.
“Este premio no es mío. Es del pueblo venezolano que no ha dejado de luchar por su libertad, incluso en medio del miedo”, expresó Machado en un mensaje grabado y difundido por su equipo político desde un lugar desconocido.
Un símbolo de resistencia frente al autoritarismo
María Corina Machado, ingeniera industrial y fundadora del movimiento Vente Venezuela, ha sido durante más de dos décadas una de las voces más firmes contra el régimen chavista. Su activismo comenzó en 2002, cuando fue una de las impulsoras de la organización civil Súmate, que promovió la participación ciudadana y la transparencia electoral.
Desde entonces, su carrera política ha estado marcada por la persecución, el acoso judicial, la censura mediática y la inhabilitación política, que le ha impedido competir electoralmente en múltiples ocasiones. Aun así, se ha convertido en referente moral y político dentro y fuera de su país.
El Comité del Nobel destacó que su trayectoria “encarna la lucha pacífica por la democracia en un entorno de represión sistemática”, y subrayó que su activismo ha demostrado que “la paz no es solo la ausencia de guerra, sino también la presencia de justicia, libertad y dignidad humana”.

Un país bajo represión
Venezuela enfrenta desde hace años una de las crisis políticas y humanitarias más graves del continente. De acuerdo con informes de la ONU y la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), el gobierno de Nicolás Maduro ha perpetrado violaciones sistemáticas a los derechos humanos, incluyendo detenciones arbitrarias, torturas, desapariciones forzadas y represión de manifestaciones pacíficas.
La entrega del Nobel de la Paz a Machado representa, en este contexto, un reconocimiento internacional al sufrimiento del pueblo venezolano y al anhelo colectivo de libertad que ha sido sofocado por la represión estatal.
Según el Programa de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), más de 7.7 millones de venezolanos han abandonado el país en la última década, convirtiéndose en el mayor éxodo migratorio en la historia reciente de América Latina.
Reacciones internacionales
El anuncio generó una oleada de reacciones globales. Gobiernos, organizaciones y figuras públicas expresaron su apoyo y reconocimiento al simbolismo del galardón.
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Estados Unidos calificó la decisión como “un tributo al coraje y la determinación de una mujer que representa la esperanza de millones”.
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El Parlamento Europeo emitió un comunicado celebrando el premio como “un llamado de atención a los regímenes autoritarios y una reafirmación del compromiso con los valores democráticos universales”.
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Desde Colombia y Chile, los presidentes Gustavo Petro y Gabriel Boric enviaron mensajes contrastantes: el primero pidió “respetar la soberanía venezolana”, mientras el segundo saludó el premio como “una victoria de la democracia frente al miedo”.
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En el Congreso de Estados Unidos, el senador Marco Rubio, quien había nominado formalmente a Machado para el Nobel, declaró: “El mundo reconoce hoy lo que el régimen de Maduro no ha podido silenciar: la fuerza moral de María Corina Machado”.
No faltaron, sin embargo, las críticas. En España, el exvicepresidente Pablo Iglesias cuestionó abiertamente el premio, afirmando que “es un uso político del Nobel” y, con tono provocador, declaró: “Se lo podrían haber dado a Hitler”, frase que desató una ola de repudios incluso dentro de su propio sector político.

El Nobel como mensaje global
El Comité Noruego del Nobel ha sido históricamente cuidadoso en sus decisiones, pero en esta ocasión el galardón tiene un alto contenido simbólico y geopolítico. Llega en un momento en que los regímenes autoritarios resurgen en distintas regiones del mundo, y cuando la lucha democrática parece enfrentarse a una fatiga global.
Analistas internacionales han interpretado el premio como un “mensaje directo a Caracas y a los aliados de Maduro”, pero también como una advertencia general sobre la necesidad de proteger las instituciones democráticas en un contexto global de creciente polarización.
La politóloga venezolana Colette Capriles opinó que “el Nobel a Machado no busca intervenir en la política venezolana, sino reafirmar que la democracia no se negocia. Es un recordatorio de que la paz no existe sin libertad”.
Los retos tras el Nobel
A pesar del prestigio del galardón, el futuro inmediato de María Corina Machado sigue lleno de incertidumbres. En Venezuela, su organización Vente Venezuela continúa operando en la clandestinidad, mientras muchos de sus aliados han sido encarcelados o forzados al exilio.
El premio, según expertos, podría tener dos efectos contrapuestos:
por un lado, ofrecer una protección simbólica internacional que disuada represalias directas contra ella; y por otro, incrementar la tensión política interna, ya que el gobierno de Maduro podría endurecer su postura frente a la presión global.
Asimismo, existe la duda sobre si Machado podrá asistir personalmente a la ceremonia de entrega en Oslo, el próximo 10 de diciembre, debido a su condición de perseguida política y a la imposibilidad de salir del país sin ser detenida.
Una historia de largo aliento
El camino de María Corina Machado hacia este reconocimiento ha estado marcado por sacrificios personales. Ha sido encarcelada, golpeada y despojada de sus derechos políticos, pero ha mantenido un discurso centrado en la no violencia y la reconciliación nacional.
En 2014, cuando el Parlamento venezolano la expulsó ilegalmente de su curul por denunciar violaciones de derechos humanos ante la OEA, dijo:
“Podrán quitarnos los micrófonos, pero no podrán callar nuestras voces”.
Hoy, más de una década después, esas palabras resuenan con una fuerza renovada.
Conclusión: el eco de una lucha continental
El Nobel de la Paz 2025 marca un hito no solo para Venezuela, sino para América Latina entera. Representa el reconocimiento de una lucha que trasciende fronteras, un llamado a no normalizar la opresión y un recordatorio de que la libertad no es un privilegio, sino un derecho.
Como declaró una joven manifestante en Caracas al conocer la noticia:
“Este Nobel no se lo dieron a una persona, se lo dieron a todos los que seguimos soñando con un país libre”.
La entrega del galardón, programada para el 10 de diciembre en Oslo, promete convertirse en uno de los actos más cargados de simbolismo político y humano de los últimos años.